Restaurante Regadera

Interiorismo, branding y cocina fresca

El interiorismo de Regadera es el resultado de un trabajo en equipo donde lo más importante era dotar al espacio de una coherencia acorde con los valores y la personalidad de la marca.

La marca Regadera es un proyecto que desarrolló Agencia SOPA. en 2011 junto con Adrián Caballero, el alma máter del restaurante, y su mano derecha, Vicky Guijo, para hacer un espacio singular, auténtico, fresco y muy rico. Así es como nació el antiguo restaurante que tenían en C/ Cruz de Castro, Córdoba, y que sirvió como punto de partida de este nuevo espacio.

Diseñar una marca como Regadera no es diseñar un logo, unos colores, unas cartas, unos mantelitos… sino crear un pequeño mundo ‘Regadera’ con su propio lenguaje visual y verbal.

El mundo Regadera es el de un restaurante que ama lo fresco, el buen producto, lo que da la tierra en cada temporada; que respeta con veneración lo tradicional, donde puedes comerte un exquisito rabo de toro o unas buenas croquetas, y que, sin embargo, todo está pensado a la forma fresca, nueva y rica de Adrián Caballero. En definitiva, un mundo fresco, auténtico y un poco loco, como una Regadera. Por eso lo llamaron así.

Año
2015
Dimensión
175 m2
Cliente
Restaurante Regadera
Ubicación
Córdoba, Andalucía
Branding
Agencia SOPA.
Interiorismo
Damián López
Fotografía
Marinamluna

Para conseguir representar todo esto en el interiorismo y la decoración, se tomaron como referencia elementos propios de la cultura andaluza y cordobesa, como los patios, las casas blanqueadas con cal, lo artesanal o la luz, tan presente en Andalucía.

Como punto de partida, se hizo una selección de materiales naturales y autóctonos, como fibras naturales, cerámicas, maderas poco tratadas, metales forjados, etc., sobre un espacio blanco, con mucha luz, para sentirse muy en Córdoba, dejarse llevar y disfrutar.

La esencia del patio andaluz

El jardín vertical es una revisión de los tradicionales patios cordobeses y la gráfica de la marca.

La cocina es, sin duda, la protagonista principal del restaurante, por eso se colocó en el centro del espacio y visible al público; para el comedor se hizo una selección de mobiliario que combina piezas tradicionales con otras más actuales, buscando un resultado elegante y hogareño.

Para la decoración utilizamos una combinación de objetos decorativos que le aportaran el toque fresco y alocado que buscábamos, como las macetas colgantes, los maceteros que giran o los fruteros de la barra, que se pueden regular manualmente haciéndolos más o menos cónicos.

Uno de los protagonistas, sin duda, es la vegetación, casi toda comestible y que Adrián selecciona minuciosamente. Por eso, uno de los elementos principales del restaurante es el vivero, al que acuden constantemente para cortar cuidadosamente algunas flores y hojas comestibles con las que rematan cada comanda que sale de cocina.

Además, se plantearon diferentes espacios para que la experiencia de comer no fuera siempre la misma. En función de si vas en grupo o vas solo, puedes comer en un reservado con un ambiente mucho más íntimo, en una mesa compartida de 3 metros o en una barra con vistas a la rivera del Guadalquivir.

Vegetación comestible para decorar

Uno de los elementos principales del restaurante es el vivero, del que cortan cuidadosamente flores y hojas comestibles con las que rematan cada plato.

El elemento común que se encuentra por todo el espacio es el color verde turquesa, que invade todo el restaurante, junto con algún tropiezo bermellón, y una buena colección de regaderas.

Una de las premisas es que resultara un sitio auténtico y natural, sin artificios. Por eso Regadera está lleno de plantas aromáticas, es casi un jardín, referencias a la cocina tradicional, a los buenos productos de mercado, y uno tiene la sensación de estar bajo una lluvia fresca de ideas gastronómicas.

Un mundo de objetos auténticos

Objetos con esencia e historia recuperados para reconvertirlos en pequeñas piezas de colección.

Un pequeño mundo de objetos auténticos con esencia e historia, que se recuperan para reconvertirlos en pequeñas piezas de colección. Como una vieja cafetera convertida en el tiesto de una planta de albahaca, unas cajas de madera que se utilizaban antiguamente para transportar la fruta y la verdura, unos maceteros que se rescataron de la reforestación de Doñana en los años 60, un banco de trabajo proveniente del sector de la joyería cordobesa o un chibalete de imprenta que data de 1921.

También se reutilizaron bastantes elementos del antiguo restaurante, que se replantearon para hacerles un hueco en el nuevo espacio, como el logotipo de forja, que anteriormente estaba en la fachada y ahora está en el interior, o las lámparas blancas de bola, que sirvieron para crear un pequeño jardín colgante.

Entrada y zona auxiliar

Para esta zona se hicieron dos mesas de 3’4 x 1’4m, para 6 puestos cada una, y una de 3’6 x 1’4m, para 8 puestos. La estructura se hizo reutilizando parte de las vigas de madera de pino que se encontraron, y para el tablero se fabricaron tres piezas a medida de pino gallego alistonado, usando maderas nuevas provenientes de bosques sostenibles. Cada mesa cuenta con un cajón central donde se alojan las regletas, cables y conexiones. También se hicieron unas estanterías aprovechando unos perfiles metálicos que pertenecían a otras encontramos, y unas baldas extraídas de maderas reutilizadas.

Y por último, unas cajoneras donde se plasmó sutilmente la identidad aprovechando los tiradores de los cajones. Cada cajón lleva una sola guía corredera. De esta forma, reducimos la cantidad de guías utilizadas en un 50%.

Como complemento, se hizo una pared de pizarra a la que se denominó “El Muro de las ideas”. El lettering fue realizado por el estudio malagueño Santa Rita.