Papapelera

Una papelera sostenible para hogar y oficina

Papapelera es un objeto inteligente que, gracias a su estructura flexible, se adapta al diámetro de cualquier bolsa manteniéndola abierta en tensión y evitando que se salga. De este modo, podemos reutilizar las bolsas del supermercado o utilizar bolsas de basura estándar.

Fue presentada por primera vez en Feria Hábitat Valencia, 2011. Su producción se ha realizado íntegramente en España.

Año
2010
Diseño
Damián López
Exposiciones
→ “La hora del diseño”, Sala Amadís, Madrid, 2015.
→ Show room Experimenta Magazine, Madrid, 2012.
→ Feria Hábitat Valencia, 2011.

«Se adapta al diámetro de cualquier bolsa manteniéndola abierta en tensión.»

Problemática

Desde que se introdujeron las bolsas de plástico en los años 70, su uso se ha hecho muy popular gracias a su distribución gratuita en supermercados y tiendas.

Estas bolsas, por lo general, suelen estar fabricadas de polietileno de baja densidad, polietileno lineal, polietileno de alta densidad o de polipropileno. Polímeros de plástico derivados del petróleo que no son biodegradables.

En promedio, cada habitante utiliza anualmente 238 de estas bolsas, que tardan unos 400 años en descomponerse y de las que apenas se recicla un 10%. De hecho, la utilización de las bolsas de plástico genera cada año 100.000 toneladas de residuos y 440.000 toneladas de dióxido de carbono.  

La mayoría de estas bolsas no son recicladas y acaban en el fondo marino, ríos y océanos. Según un informe estadístico de 2008, más del 10% de la basura recolectada del mar sobre la línea de costa de los Estados Unidos son bolsas de plástico. Lo que supone que casi 200 especies marinas diferentes como ballenas, delfines, focas, tortugas, etc. se vean afectadas y en muchos casos se conviertan en causas de mortalidad.

Alternativas

En la actualidad, aunque algunos países han optado por cobrarlas y otros, como Bangladesh, incluso por prohibir su uso, no se ha conseguido reducir su consumo. Por eso, una de las alternativas más viables parece ser reemplazarlas por bolsas fabricadas a partir de plásticos biodegradables. Para fabricar estos plásticos biodegradables se utiliza, principalmente, como materia prima el almidón, un polímero natural obtenido del maíz, trigo o patatas. Son materias primas orgánicas que proceden de fuentes renovables y que al final de su vida útil se descomponen en un corto período de tiempo.

Dada la utilidad de las bolsas de plástico y su extendido uso, parece inevitable que se eliminen por completo del mercado.

En el ámbito cotidiano, mucha gente le da una segunda vida reutilizándolas para hacer sus compras y reducir así el consumo innecesario, o también como bolsas de basura. Pero debido a su reducido tamaño, las bolsas de plástico de supermercados y tiendas parecen no terminar de llevarse bien con los cubos de basura convencionales de mayor volumen. Lamentablemente, esta práctica resulta incómoda para mucha gente que acaba optando por no usarlas como bolsas de basura.

Solución

En la búsqueda de soluciones alternativas, este proyecto se centró en el desarrollo de un objeto que facilitara la reutilización de las bolsas de plástico garantizando un final adecuado al terminar su vida útil y reduciendo el consumo al evitar que se utilicen bolsas de basura fabricadas adhoc.

Historia

Este objeto fue el primer producto de Damián López que se comercializó en el mercado y, como no podía ser de otra forma, le hizo un pequeño homenaje a sus padres llamándolo Papapelera, ya que fue en ellos en quien está inspirado el objeto.

“Una de las virtudes de mi familia es que estamos muy concienciados con el medio ambiente. Intentamos que nuestra huella ecológica sea lo menor posible. Para ello, una de las medidas que llevamos a cabo es reutilizar las bolsas del supermercado como bolsas de basura. Pero esto tiene un problemilla cuando el cubo que se usa como papelera también es reutilizado y el diámetro es mucho mayor que el de una bolsa convencional. La bolsa SIEMPRE se acaba saliendo por algún lado, y como no se de cuenta tu padre, que es el que limpia el cubo, al final acaba todo perdido.

Así que para evitar estos pequeños conflictos familiares, llegué un día a casa y le dije a mi padre:

¡Papá, te he hecho una papelera!”